En realidad, no es necesario reinventar el mundo (nutricional). Ya a principios del siglo XIX, Sebastian Kneipp se centró en este importante tema, sobre todo, en el equilibrio, absteniéndose de demasiadas prohibiciones y reglas.
Más bien se preocupaba de que todos comieran alimentos sencillos, no adulterados y nutritivos, según su constitución física.