Ponerse moreno no debería por qué ser sinónimo de quemaduras, ni de arrugas prematuras o manchas antiestéticas. Al contrario, si tenemos ciertos aspectos básicos en cuenta podemos perfectamente lucir un magnífico bronceado sin por ello hacer sufrir a nuestra piel.
¿Las claves? Muy simples: cuidar la dieta, tomar el sol de forma consciente y emplear los productos adecuados. Vamos a darte unos cuantos consejos para ello y para así lucir este verano un bronceado atractivo y, más importante aún, saludable. ¡No pierdas detalle!
Una piel morena y saludable empieza en el interior
Como siempre, lo que comemos tiene un papel fundamental en nuestra salud… y en la de nuestra piel. Si tu propósito es lucir un bronceado saludable, comienza por elegir alimentos saludables y que ayuden a tu piel a ponerse morena sin dañarla.
Para preparar la piel ante la exposición al sol elige alimentos ricos en licopeno, un poderoso antioxidante que nos protege del enrojecimiento y los dañinos efectos de la luz ultravioleta. El licopeno está presente sobre todo en verduras y frutos de color rojo o anaranjado, así que no olvides añadir a tus ensaladas tomates o pimiento rojo. En cuanto a frutas, la sandía, el pomelo o la papaya son siempre opciones ideales… y muy apetecibles.
¡Y no olvides las vitaminas! Y en concreto dos de ellas: la vitamina C y la vitamina E, que nos ayudan a combatir la acción de los radicales libres y contribuyen así a evitar el envejecimiento prematuro de la piel.
Encontrarás buenas dosis de vitamina C de nuevo en el pimiento rojo, así como en el kiwi, la piña o los cítricos. Para la vitamina E te recomendamos fuentes como el aguacate, las espinacas o los frutos secos. ¡Combínalos a tu gusto!
Y finalmente para ponerse moreno en tu dieta no pueden faltar los alimentos ricos en carotenos y betacarotenos. Éstos estimulan la producción de melanina, que como bien sabrás es la responsable del bronceado de la piel. Los encontrarás, entre otros, en alimentos como la zanahoria, el brócoli, las acelgas o la calabaza.
Broncearse con sentido común
El segundo factor es por supuesto tu actitud a la hora de tomar el sol. Ya puedes atiborrarte de ensaladas o batidos de frutas rebosantes de vitaminas: si no sigues los hábitos correctos, lo de lucir un buen bronceado y mantener a la vez una piel saludable va a resultar francamente complicado.
En primer lugar, olvídate de tomar el sol durante horas y horas. Ten en cuenta que a partir de cierto momento tu piel no es capaz de producir más melanina, por lo que prolongar el tiempo de bronceado en exceso no tiene mucho sentido.
Un par o tres de horas de sol al cabo del día son más que suficientes, y si tienes la piel blanca mejor que sean bastante menos. Pasado este tiempo, aléjate del sol hasta el día siguiente y concede a tu piel el descanso necesario para regenerarse.
A poder ser, durante el bronceado procura incorporar breves descansos de sol. Busca de vez en cuando la sombra de un árbol, de un parasol o del bar o el chiringuito más cercano si estás en la piscina o la playa.
En cuanto a qué horas del día elegir, evita siempre que puedas tomar el sol entre las 12 del mediodía y las 4 de la tarde. En esa fatídica franja los rayos del sol caen de forma perpendicular, lo que los hace mucho más agresivos hacia tu piel.
¡Y no olvides hidratarte! Lleva siempre contigo agua para poder ir bebiendo a pequeños sorbos de vez en cuando. Y por supuesto date alguna ducha o un buen chapuzón cada poco, así refrescarás y humedecerás tu piel.
Elige bien tu producto para tomar el sol
Finalmente, para un bronceado realmente saludable elige productos que te protejan bien del sol y sus radiaciones.
Opta siempre por aquellas cremas solares en cuya etiqueta se indique “de amplio espectro”. Este término indica que el producto protege tanto de los famosos rayos UVA (los que hacen aparecer manchas y arrugas en la piel) como de sus parientes menos conocidos: los rayos UVB, principales culpables de las quemaduras.
El factor de protección solar deberá ser alto, sobre todo si hace poco que has empezado a tomar el sol. Aplícate la crema solar cada dos horas, o con mayor frecuencia si sudas o si te remojas de vez en cuando.
Y no descuides proteger especialmente las áreas más delicadas de la piel. Pon sobre todo atención a las cicatrices y a las estrías [insertar enlace a Las estrías: qué son y cómo tratarlas todavía no publicado].
Al respecto, existe la falsa creencia de que al tomar el sol las estrías desaparecen, cuando es justo al contrario: no se ven afectadas por la melanina, con lo que con el bronceado de la piel de fondo su color blanquecino resalta más todavía.
El mejor modo de evitarlo es, claro está, prevenir su aparición. Para ello lo más recomendable son productos que nutran y rehidraten la piel, como el Bio Skin Oil de Kneipp. Su valioso aceite de pomelo ayuda a la regeneración natural y renovación de la piel. Los aceites vegetales de cártamo y olivo, de cultivo orgánico, son ricos en aceites insaturados. Protegen la piel de la pérdida de hidratación y le proporcionan nutrientes esenciales que dejan la piel lisa y sedosa.
Así que ya sabes. ¡Prepárate no sólo para presumir de bronceado este verano, sino de una piel sana durante todo el año!