7 consejos para cultivar la resiliencia
¿Sabes qué es la resiliencia?
Se trata de la capacidad que tiene el ser humano de recuperarse y desarrollarse después de la adversidad. A veces se la presenta como una cualidad casi mágica que tienen solo unos pocos de forma innata, pero eso no es cierto. Lo que sí que es cierto es que las personas que han crecido durante los primeros años de sus vidas en entornos afectuosos y seguros acostumbran a ser más resilientes en la edad adulta.
¿Qué puede hacer que una persona sea menos resiliente?
Los primeros años de la infancia determinan la resiliencia de las personas. Así, las que crecen en entornos hostiles, violentos o precarios son más vulnerables, especialmente si no han tenido por lo menos una persona a su lado que les diese afecto y sensación seguridad. Pero, aunque esto sea así, tenemos la suerte de que nuestro cerebro está en constante transformación y así podemos mejorar nuestra resiliencia siguiendo estos consejos.
¿Qué puedo hacer para ser una persona más resiliente ante una situación traumática o de estrés?
- Socializa y comparte. La familia, los amigos, los vecinos, los compañeros de trabajo… Relaciónate con otras personas y ten algunas con las que puedas hablar de lo que te pasa, de lo que te preocupa. No se lo vas a contar a todo el mundo, pero sí que tienes que tener alguien con quien sincerarte. Este es el punto más importante de todos, en el que debes poner mayor esfuerzo si lo sientes débil. No tienes que contarlo todo desde el principio, si tienes alguien que te quiere, que te apoya y está a tu lado, incluso sin hablar, ya tienes mucho ganado.
- Conócete a ti mismo. Para recuperar el equilibrio emocional y el bienestar personal es fundamental intentar entender qué nos ha pasado. Quizás no podamos hacerlo de inmediato, ni nosotros solos, pues el propio estrés puede tenernos bloqueados. Date un tiempo: busca tu forma de saber cómo eres y lo que sientes.
- Exprésate. Pinta, dibuja, canta, toca un instrumento, escribe un diario o poesía… A veces no estamos preparados para hablar de lo que nos pasa con nadie. Expresarlo de forma artística nos puede ayudar en este momento previo al poder hablarlo.
- Redescubre el arte. Leer, ver cine o series, escuchar música, visitar museos, viajar… Los artistas plasman las inquietudes y los dramas humanos y nos ayudan a comprender al otro, es decir, a desarrollar la empatía. Pero a la vez comprendernos mejor nuestra propia vivencia y descubrimos que no estamos solos.
- Ayuda a los demás. Una vez pasada la dificultad, hacer algún tipo de voluntariado formal o informal, ayudar a los que sufren como hemos sufrido nosotros, nos sirve para recuperarnos, así como para compartir y entender lo que nos ha pasado.
- Cuídate. Y es que ayudar a los demás es muy satisfactorio, pero nunca debemos olvidarnos de nosotros mismos. Las personas cuya vida se centra solo en el cuidado de los demás pueden acabar deprimidas. Para evitarlo: atiéndete a ti mismo, cuídate, ten aficiones, dedícate un tiempo…Y cuida también tu cuerpo: haz ejercicio.
- Ralentiza tu vida. El estrés, la falta de tiempo, el exceso de estímulos son enemigos de tu calma y bienestar. Intenta hacer menos cosas, perder el tiempo, mirar las musarañas…
Nunca es tarde para cuidarse y, sobre todo, no te abrumes con la lista: es extensa y no se puede abordar toda de una sola vez. Escoge uno o dos de los objetivos mencionados y ponlos en tu lista de cosas por hacer, con la calma.